Ekain Rojo defiende en su tesis que el deporte rey, gracias a los medios, ejerce una importante influencia comunitaria en una sociedad cada vez más individualista
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Lunes 8 de julio de 2013 | UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO
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En los últimos siglos, el fútbol ha cobrado una gran importancia dentro de la sociedad. Dentro de las capacidades principales que tiene este deporte, destaca la facultad de representación que ejerce sobre las personas. Sin embargo, este hecho no sería posible sin la participación de los medios de comunicación, ya que ellos mismos son los que crean estos símbolos, haciendo del mismísimo fútbol un símbolo con gran poder dentro de este proceso social. Ekain Rojo, miembro del grupo de investigación NOR, ha defendido esta idea dentro de la tesis doctoral que presentó el 24 de mayo dentro del Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la UPV/EHU, y que tiene por título El binomio fútbol y medios de comunicación, campo de juego de las identidades nacionales: del siglo XIX al XXI.
En la actualidad, el fútbol goza de un estatus perpetuo de actualidad, pero, a pesar de todos los estudios realizados sobre el tema, aún quedan cosas que decir. “Está claro que los medios de comunicación hablan mucho sobre los políticos, el fútbol y la identidad nacional, y, estos temas, normalmente, suelen crear mucha polémica. A pesar de todo esto, hasta ahora no se había hecho un análisis sobre este tema desde el punto de vista de las ciencias sociales, y creo que era algo que hacía falta”, asegura Rojo.
En la actualidad, el fútbol goza de un estatus perpetuo de actualidad, pero, a pesar de todos los estudios realizados sobre el tema, aún quedan cosas que decir. “Está claro que los medios de comunicación hablan mucho sobre los políticos, el fútbol y la identidad nacional, y, estos temas, normalmente, suelen crear mucha polémica. A pesar de todo esto, hasta ahora no se había hecho un análisis sobre este tema desde el punto de vista de las ciencias sociales, y creo que era algo que hacía falta”, asegura Rojo.
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Según el autor, entre los siglos XIX y XXI, es decir, desde el comienzo de la industrialización, el fútbol ha ejercido de eje social. “El fútbol siempre ha proporcionado una protección comunitaria o colectiva, en una sociedad cada vez más individualista. Tanto en el siglo XIX como en el XXI, el futbol ofrece unos símbolos comunitarios en una sociedad con tendencia a la individualización”, afirma Rojo.
Por otra parte, tal y como afirma Rojo, el fútbol es imprescindible para crear símbolos referentes a la representación nacional y de equipo. “Incluso el fútbol se convierte en símbolo, es un intermediario, que sirve para hacer públicas las tendencias nacionalistas”, explica Rojo. En África y Suramérica este deporte permite que cientos de etnias y enemigos irreconciliables puedan disfrutar juntos la celebración de la victoria de su selección de fútbol, por lo que crea un sentimiento de comunidad, donde hasta ese momento nunca ha habido una nación unificada. En Australia, por ejemplo, el fútbol se ha visto siempre como un deporte de extranjeros venidos de Europa del este. A pesar de eso, el gobierno australiano hizo cambiar los nombres de equipos de fútbol que tenían nombres procedentes de Grecia, Italia, Serbia o Macedonia, impidiendo agitar las banderas de esos países. Esto último es un claro reflejo de la fuerza simbólica que posee este deporte.
Según el autor, tanto en países de Suramérica o África, como en los antiguos estados europeos, el fútbol se utiliza en diferentes contextos, sobre todo para proclamar la identidad nacional del estado en cuestión. “El fútbol ha logrado más fama que otros deportes, sobre todo porque es un deporte colectivo, y este tipo de deportes son mejores para la representación “, ha subrayado Rojo. En relación con esto, el autor de la tesis piensa que el fútbol ha cuidado aún más que otros deportes colectivos estas cualidades a partir del siglo XX, sobre todo por la influencia de la FIFA.
Hoy en día, la relación entre los medios de comunicación y el fútbol es irrefutable. Mientras que los primeros consiguen audiencia y rentabilidad, el fútbol logra fama e influencia en la sociedad gracias a los medios y, con esto, además, el nacionalismo consigue legitimar sus actos. “En general, les interesa a todos. Tanto por la vía del éxito, como por la de la competencia”, afirma Rojo.
Por otra parte, el caso que se da entre España y Euskal Herria es especial. El fútbol internacional está estructurado en torno a los estados y estos últimos son los que pueden aprovecharse de este deporte. “Lo único que pueden hacer las naciones sin estado es hacer frente a eso, pero no es fácil, ya que ese tipo de naciones se encuentran limitadas en ese aspecto”, asegura Rojo. Además, cabe destacar que las retransmisiones principales de fútbol internacional se encuentran en manos de las cadenas de televisión estatales, y que, uno de los objetivos principales de estas es enaltecer la identidad nacional, con lo que, las naciones sin estado se vuelven a quedar en “fuera de juego”.
Por otra parte, tal y como afirma Rojo, el fútbol es imprescindible para crear símbolos referentes a la representación nacional y de equipo. “Incluso el fútbol se convierte en símbolo, es un intermediario, que sirve para hacer públicas las tendencias nacionalistas”, explica Rojo. En África y Suramérica este deporte permite que cientos de etnias y enemigos irreconciliables puedan disfrutar juntos la celebración de la victoria de su selección de fútbol, por lo que crea un sentimiento de comunidad, donde hasta ese momento nunca ha habido una nación unificada. En Australia, por ejemplo, el fútbol se ha visto siempre como un deporte de extranjeros venidos de Europa del este. A pesar de eso, el gobierno australiano hizo cambiar los nombres de equipos de fútbol que tenían nombres procedentes de Grecia, Italia, Serbia o Macedonia, impidiendo agitar las banderas de esos países. Esto último es un claro reflejo de la fuerza simbólica que posee este deporte.
Según el autor, tanto en países de Suramérica o África, como en los antiguos estados europeos, el fútbol se utiliza en diferentes contextos, sobre todo para proclamar la identidad nacional del estado en cuestión. “El fútbol ha logrado más fama que otros deportes, sobre todo porque es un deporte colectivo, y este tipo de deportes son mejores para la representación “, ha subrayado Rojo. En relación con esto, el autor de la tesis piensa que el fútbol ha cuidado aún más que otros deportes colectivos estas cualidades a partir del siglo XX, sobre todo por la influencia de la FIFA.
Hoy en día, la relación entre los medios de comunicación y el fútbol es irrefutable. Mientras que los primeros consiguen audiencia y rentabilidad, el fútbol logra fama e influencia en la sociedad gracias a los medios y, con esto, además, el nacionalismo consigue legitimar sus actos. “En general, les interesa a todos. Tanto por la vía del éxito, como por la de la competencia”, afirma Rojo.
Por otra parte, el caso que se da entre España y Euskal Herria es especial. El fútbol internacional está estructurado en torno a los estados y estos últimos son los que pueden aprovecharse de este deporte. “Lo único que pueden hacer las naciones sin estado es hacer frente a eso, pero no es fácil, ya que ese tipo de naciones se encuentran limitadas en ese aspecto”, asegura Rojo. Además, cabe destacar que las retransmisiones principales de fútbol internacional se encuentran en manos de las cadenas de televisión estatales, y que, uno de los objetivos principales de estas es enaltecer la identidad nacional, con lo que, las naciones sin estado se vuelven a quedar en “fuera de juego”.
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Ekain Rojo, autor de la tesis doctoral “El binomio fútbol y medios de comunicación, campo de juego de las identidades nacionales: del siglo XIX al XX” |
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Ekain Rojo Labaien
Nació el 21 de marzo de 1983 en Donostia y estudió Comunicación Audiovisual en la UPV/EHU, donde ha realizado su tesis dirigido por el profesor Josu Amezaga Albizu. Durante tres años ha trabajado como periodista en Berria y pasó tres meses y medio en Aix en Provence (Francia) durante la realización de su tesis.
Nació el 21 de marzo de 1983 en Donostia y estudió Comunicación Audiovisual en la UPV/EHU, donde ha realizado su tesis dirigido por el profesor Josu Amezaga Albizu. Durante tres años ha trabajado como periodista en Berria y pasó tres meses y medio en Aix en Provence (Francia) durante la realización de su tesis.
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