La primera canción del álbum, “Darwin”, está cantada a dúo con el músico asturiano Nacho Vegas
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Miércoles 3 de julio de 2013
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En los cuatro temas de Ogro y púgil se adelantan vestuarios que combinan su embaucadora firmeza vocal con sonidos de referencia comunal como las guitarras de The Jesus and Mary Chain, la oscuridad inagotable de The Cure o Nick Cave incluyendo paneles de sonidos sintetizados que circulan sobre las canciones y que las unen en atmósferas encerradas donde se adivinan querencias cercanas a bandas como Timber Timbre, Beach House, Lower Dens o Crystal stilts, haciendo de esos sonidos cavernosos hilos que conectan los temas en una misma cadena genética.
Se abre así una etapa entroncada con su bagaje anterior basado en el discurso vocal; voz que sigue sumando en lirismo, claridad y madurez interpretativa y que despojada de la distancia del idioma golpea con nudillos aún más firmes las puertas del consuelo.
Se abre así una etapa entroncada con su bagaje anterior basado en el discurso vocal; voz que sigue sumando en lirismo, claridad y madurez interpretativa y que despojada de la distancia del idioma golpea con nudillos aún más firmes las puertas del consuelo.
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Hablar del trayecto que ha llevado a PLV Havoc a encontrarse con este "Ogro y púgil” (2013, Subterfuge), es hacerlo de la búsqueda constante de un lenguaje musical que traspase estilos. Las sombras de una proyección interminable. “Ogro y púgil” se debate entre la pasión agazapada de una belleza única y la delicadeza del orfebre que encuentra en el lenguaje desbordado, y directo a la emoción, su propia forma de perdurar. Sin peajes obligatorios deudores de lo realizado hasta ahora. Un lenguaje con destellos que enmarcan de manera más fiel y honesta lo realmente valioso y la auténtica finalidad de PLV Havoc, las canciones.
Porque ya desde su primer trabajo "The shape of your heart”, 2009, siempre ha dado a la canción valor superior a la vestimenta. Allí era el folk personalista el que enmarcaba unas canciones con un poso hondo y tenue que le convirtió en una revelación para toda la escena musical nacional. Un folk rock cercano a M Ward o Ryan Adams con el que se coló en los festivales más relevantes del país. Una colección de gemas suministradas con brillante cuchara de plata.
En “Penny Lancaster” (Insamuel 2011) se abría la paleta de colores dejando paso a una instrumentación más vigorosa donde ya llamaban a la puerta esquejes de sonidos más elaborados y las referencias de calado indie rock se superponían a las anteriores. Trabajo que destacó por su incontestable originalidad y ante todo por desparramar algunas de las canciones más personales y expresivas de ese año: "Obra maestra (...) un disco de impresionante belleza (...)" Gara, "borda un folk de matiz anglosajona con resultados inmejorables" La Vanguardia, "Penny Lancaster es una de las mejores canciones que se facturaron en España en 2011" El Giradiscos.
Penny Lancaster fue paso necesario para cimentar unos argumentos que nunca han dejado de ser la esencia de PLV Havoc, la canción profunda donde el amor y sus degüellos cristalizan en canciones poco reconocibles y aun así inconfundibles, donde el dolor encajado pulula como polilla alrededor de la luz.
Sin duda el último requiebro de PLV Havoc ha sido el cambio de idioma. De nuevo una vuelta de tuerca consecuente y consciente que adereza un discurso llamado a dejar a la emoción lo más desamparada posible, donde la liturgia de su inconfundible voz amansa las primeras intenciones para convertir las canciones en camas con innumerables mantas a destapar hasta dejarlas desnudas.
Porque ya desde su primer trabajo "The shape of your heart”, 2009, siempre ha dado a la canción valor superior a la vestimenta. Allí era el folk personalista el que enmarcaba unas canciones con un poso hondo y tenue que le convirtió en una revelación para toda la escena musical nacional. Un folk rock cercano a M Ward o Ryan Adams con el que se coló en los festivales más relevantes del país. Una colección de gemas suministradas con brillante cuchara de plata.
En “Penny Lancaster” (Insamuel 2011) se abría la paleta de colores dejando paso a una instrumentación más vigorosa donde ya llamaban a la puerta esquejes de sonidos más elaborados y las referencias de calado indie rock se superponían a las anteriores. Trabajo que destacó por su incontestable originalidad y ante todo por desparramar algunas de las canciones más personales y expresivas de ese año: "Obra maestra (...) un disco de impresionante belleza (...)" Gara, "borda un folk de matiz anglosajona con resultados inmejorables" La Vanguardia, "Penny Lancaster es una de las mejores canciones que se facturaron en España en 2011" El Giradiscos.
Penny Lancaster fue paso necesario para cimentar unos argumentos que nunca han dejado de ser la esencia de PLV Havoc, la canción profunda donde el amor y sus degüellos cristalizan en canciones poco reconocibles y aun así inconfundibles, donde el dolor encajado pulula como polilla alrededor de la luz.
Sin duda el último requiebro de PLV Havoc ha sido el cambio de idioma. De nuevo una vuelta de tuerca consecuente y consciente que adereza un discurso llamado a dejar a la emoción lo más desamparada posible, donde la liturgia de su inconfundible voz amansa las primeras intenciones para convertir las canciones en camas con innumerables mantas a destapar hasta dejarlas desnudas.
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