Los descuidos más frecuentes al ir de viaje tienen que ver con la medicación y la alimentación, según los pediatras alergólogos. Muchos niños pasan parte del verano en campamentos sin monitores formados
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Domingo 14 de julio de 2013
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La Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergia y Asma Pediátrica (SEICAP) advierte de los riesgos que asumen los niños en vacaciones como el olvido de la medicación de rescate, exponerse a alimentos nuevos o con ingredientes desconocidos o alojarse en ambientes con alérgenos u otros tóxicos. Por ello ha incluido un listado de consejos a seguir en su página web: www.seicap.es.
El botiquín de rescate de un niño alérgico debe componerse de “antihistamínico, en el caso de los niños con rinitis o conjuntivitis; el inhalador, en el caso de los asmáticos; y el antihistamínico, el corticoide o la adrenalina autoinyectada para alérgicos a alimentos, látex o picaduras de abejas o avispas”, indica el doctor Carles Lucas, del Grupo de Trabajo de Educación Sanitaria de SEICAP. Los síntomas que pueden producirse tras entrar en contacto con el alérgeno son “urticaria, angioedema, asma, rinitis, conjuntivitis, síntomas digestivos o reacciones de anafilaxia”, enumera el doctor. Este especialista recomienda llevar también la receta del tratamiento por si fuera necesario por los controles de seguridad en los aeropuertos.
Es el caso de los campamentos, cuyo personal "necesita más formación en alergias infantiles y protocolos de actuación a seguir en caso de emergencia", advierte. En ellos, al igual que pasa en el buffet de los hoteles, hay que prestar atención a las comidas, dónde pueden aparecer alimentos desconocidos o ingredientes ocultos. Ante eso, “lo mejor es que alguna persona no alérgica lo pruebe antes y tener información de lo que incluye cada plato y del tipo de alergia que tiene el niño”, añade.
Según datos de la SEICAP, uno de cada cinco niños tiene alergia, uno de cada diez es asmático y entre el 3 y el 8% tienen alergia a alimentos, cifras que aumentan cada año. Otra de las precauciones que deben tomarse durante las vacaciones de verano es la de viajar a ambientes contaminados. “Estos pueden ser perjudiciales para los niños con problemas respiratorios. Es importante buscar un ambiente limpio y que no tenga demasiados objetos que puedan acumular polvo, como las moquetas, sillones, etc. También es importante tomar precaución en ambientes húmedos como vestuarios de piscinas donde pueden aparecer hongos “, aconseja el doctor Lucas.
Campamentos educativos
La información del tipo de alergia del niño y el conocimiento de las medidas a seguir en caso de reacción son fundamentales y deben proporcionarse “tanto a los padres, como a familiares y al propio niño”, indica el doctor Lucas. Los campamentos educativos para niños alérgicos enseñan a los menores a convivir con una alergia. “En ellos les enseñamos, a través del juego, autocuidados y desmitificamos algunas ideas que pueden influir en la calidad de vida de los pacientes”, comenta.
La SEICAP trabaja durante todo el año por “promover programas educativos e iniciativas tanto para los niños alérgicos como sus familias y la sociedad en general que permitan un mejor conocimiento de las enfermedades alérgicas, su prevención y tratamiento y así poder mejorar la calidad de vida de sus pacientes”, explica la doctora Ana María Plaza, presidenta de la sociedad. Uno de los objetivos más importantes de los pediatras alergólogos es conseguir que el niño “no sienta que vive en un mundo aparte y que puede realizar las mismas actividades que los demás”, añade la doctora.
El botiquín de rescate de un niño alérgico debe componerse de “antihistamínico, en el caso de los niños con rinitis o conjuntivitis; el inhalador, en el caso de los asmáticos; y el antihistamínico, el corticoide o la adrenalina autoinyectada para alérgicos a alimentos, látex o picaduras de abejas o avispas”, indica el doctor Carles Lucas, del Grupo de Trabajo de Educación Sanitaria de SEICAP. Los síntomas que pueden producirse tras entrar en contacto con el alérgeno son “urticaria, angioedema, asma, rinitis, conjuntivitis, síntomas digestivos o reacciones de anafilaxia”, enumera el doctor. Este especialista recomienda llevar también la receta del tratamiento por si fuera necesario por los controles de seguridad en los aeropuertos.
Es el caso de los campamentos, cuyo personal "necesita más formación en alergias infantiles y protocolos de actuación a seguir en caso de emergencia", advierte. En ellos, al igual que pasa en el buffet de los hoteles, hay que prestar atención a las comidas, dónde pueden aparecer alimentos desconocidos o ingredientes ocultos. Ante eso, “lo mejor es que alguna persona no alérgica lo pruebe antes y tener información de lo que incluye cada plato y del tipo de alergia que tiene el niño”, añade.
Según datos de la SEICAP, uno de cada cinco niños tiene alergia, uno de cada diez es asmático y entre el 3 y el 8% tienen alergia a alimentos, cifras que aumentan cada año. Otra de las precauciones que deben tomarse durante las vacaciones de verano es la de viajar a ambientes contaminados. “Estos pueden ser perjudiciales para los niños con problemas respiratorios. Es importante buscar un ambiente limpio y que no tenga demasiados objetos que puedan acumular polvo, como las moquetas, sillones, etc. También es importante tomar precaución en ambientes húmedos como vestuarios de piscinas donde pueden aparecer hongos “, aconseja el doctor Lucas.
Campamentos educativos
La información del tipo de alergia del niño y el conocimiento de las medidas a seguir en caso de reacción son fundamentales y deben proporcionarse “tanto a los padres, como a familiares y al propio niño”, indica el doctor Lucas. Los campamentos educativos para niños alérgicos enseñan a los menores a convivir con una alergia. “En ellos les enseñamos, a través del juego, autocuidados y desmitificamos algunas ideas que pueden influir en la calidad de vida de los pacientes”, comenta.
La SEICAP trabaja durante todo el año por “promover programas educativos e iniciativas tanto para los niños alérgicos como sus familias y la sociedad en general que permitan un mejor conocimiento de las enfermedades alérgicas, su prevención y tratamiento y así poder mejorar la calidad de vida de sus pacientes”, explica la doctora Ana María Plaza, presidenta de la sociedad. Uno de los objetivos más importantes de los pediatras alergólogos es conseguir que el niño “no sienta que vive en un mundo aparte y que puede realizar las mismas actividades que los demás”, añade la doctora.
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