La obra, escrita y dirigida por Iván Morales, con la interpretación de Anna Alarcón y Xavi Sáez, se representa el miércoles 27 y jueves 28 de febrero a las 21:00 h. en el Foyer del Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián
.
Miércoles 27 de febrero de 2013
................................................................................................................................................................
.
‘Sé de un lugar’ es una obra de texto, la primera incursión teatral del actor, director y guionista cinematográfico Iván Morales. Es una tragicomedia sobre el amor después del amor, sobre la necesidad de encontrar un ancla en un mundo totalmente líquido, y sobre la música como vínculo entre las personas.
En el montaje que se propone se pretende volver a los elementos básicos del teatro: El actor, el texto y el público. La obra se representará en un espacio no convencional, el Foyer del Teatro Victoria Eugenia, ya que la situación tiene lugar precisamente en un piso del cual el personaje principal, Simón, no sale nunca. Los actores y el público convivirán en el mismo espacio, sin la separación escenario/platea, buscando una relación íntima entre ellos. El público podrá beber y comer mientras la escena se desarrolla a su lado, recuperando el placer de los cafés-teatro.
Sinopsis
Finalmente, Simón y Béré lo han dejado. Por lo que parece, tal vez angustiado a causa de la ruptura, él no sale de casa ni siquiera para ir a comprar, ya que contrata un vecino indio, Shahrukh, para que lo haga por él.
En cambio, ella aprovecha su recuperada independencia para salir al mundo, viajar y experimentar con amantes de ambos sexos. Además, encuentra tiempo para visitar a Simón de vez en cuando, preocupada por su progresivo aislamiento. Pasan los meses y Simón no parece decidirse a salir al exterior.
A pesar de encontrarse en lugares vitales totalmente antagónicos, los dos personajes intentan mantener algún tipo de relación más allá de su fracasada historia de amor, una pretensión puede que contra-natura. O puede que no.
En el montaje que se propone se pretende volver a los elementos básicos del teatro: El actor, el texto y el público. La obra se representará en un espacio no convencional, el Foyer del Teatro Victoria Eugenia, ya que la situación tiene lugar precisamente en un piso del cual el personaje principal, Simón, no sale nunca. Los actores y el público convivirán en el mismo espacio, sin la separación escenario/platea, buscando una relación íntima entre ellos. El público podrá beber y comer mientras la escena se desarrolla a su lado, recuperando el placer de los cafés-teatro.
Sinopsis
Finalmente, Simón y Béré lo han dejado. Por lo que parece, tal vez angustiado a causa de la ruptura, él no sale de casa ni siquiera para ir a comprar, ya que contrata un vecino indio, Shahrukh, para que lo haga por él.
En cambio, ella aprovecha su recuperada independencia para salir al mundo, viajar y experimentar con amantes de ambos sexos. Además, encuentra tiempo para visitar a Simón de vez en cuando, preocupada por su progresivo aislamiento. Pasan los meses y Simón no parece decidirse a salir al exterior.
A pesar de encontrarse en lugares vitales totalmente antagónicos, los dos personajes intentan mantener algún tipo de relación más allá de su fracasada historia de amor, una pretensión puede que contra-natura. O puede que no.
.
.
MEMORIA
por Iván Morales (Texto y dirección de la obra ‘Sé de un lugar)
“Sé de un lugar” es, básicamente, una pequeña historia de amor sobre dos personas que se necesitan pero ni pueden ni quieren estar juntas.
Hay muchas obras sobre el mundo de la pareja, pero creo que hablar de la ex-pareja es pertinente, sobre todo en un momento sociológico en el que estamos cada vez más solos pero también nos necesitamos más que nunca(las ya conocidas relaciones líquidas de las que habla Zygmunt Baumann). Simón y Bérénice, como todos nosotros, no quieren renunciar a hacer su propio viaje personal, por mucho que eso les lleve a la soledad, pero tampoco quieren romper los vínculos más íntimos, no quieren dejar de amar. Este conflicto interno es el que vertebra el texto.
Por otro lado, también me gustaría que “Sé de un lugar” se pudiera leer como el enfrentamiento entre dos posturas diametralmente opuestas ante el desencanto. Simón y Béré son dos caras de la misma moneda, incluso podrían entenderse como la encarnación de un debate interno, las dos voces de un mismo conflicto.
Son dos jóvenes adultos lúcidos (aunque esta pudiera ser una lucidez intermitente) que se sienten profundamente decepcionados por el mundo que les rodea, y en consecuencia por ellos mismos. Ante este dolor, los dos toman decisiones antagónicas: Simón, ante la incapacidad de dominar el mundo de fuera decide crearse un refugio interior donde no puedan entrar esas decepciones exteriores. Bérénice, en cambio, busca respuestas tan lejos como le sea posible, viajando a países exóticos (y posiblemente encontrando más muros dentro suyo que fuera).
Este conflicto de contrastes entre introversión y extroversión tiene lugar en un espacio geográfico y generacional muy determinado, convirtiéndose así en un retrato social muy concreto. Los personajes de la pareja protagonista forman parte de la pequeña burguesía de una capital de provincias como es Barcelona. Su economía puede llegar a ser precaria, pero no creo que la clase social se defina tanto por el dinero que tienes en el banco como por tu cotidianeidad. Simón y Béré no sólo son perfectamente conscientes de esto, sino que además reniegan de esa herencia, como mínimo a nivel de discurso.
Como casi todo el mundo a día de hoy, sobreviven económicamente como pueden, pero sus costumbres y su manera de mirar el mundo está teñida de los valores de la clase privilegiada: Todos somos modernos, todos estamos conectados, todos estamos informados. Nuestros protagonistas son personas con inquietudes culturales y políticas pero no dejan de tener tiempo para ver telebasura (e incluso para comentarla). Conocen sus contradicciones y no las esconden. Sufren de mala conciencia primermundista pero tampoco saben de qué manera liberar su culpa y su confusión. Saben que no quieren formar parte del problema, pero tampoco tienen la confianza suficiente como para señalar la solución. Ya han cruzado la treintena y aún buscan su propia libertad, aún les cuesta desprenderse de sus condicionantes sociales y familiares y lanzarse a vivir su propia vida; tal vez por eso se sientan más cómodos en los márgenes sin arriesgarse a perder el confort que les otorga su posición social. Su crisis de identidad es la misma que sufre la clase media-baja del primer mundo, y lo peor es que lo saben perfectamente.
Me interesa mucho indagar en este grupo social porque formo parte de él, porque no lo encuentro reflejado con fidelidad en la escena teatral y porque creo que una gran parte del público de teatro forma parte de él.
El referente más claro con el que he jugado es el de Su capacidad de retratar personajes cotidianos e ir desplegando por medio de diálogos y más diálogos, ante nuestros ojos, como quien no quiere la cosa, sus contradicciones hasta terminar encontrando una épica minimalista(al fin y al cabo, la épica más común, y la más cercana a muchos de nosotros) me ha fascinado tanto como para querer explorar un terreno similar.
Pero la realidad doméstica del extracto social de los personajes que Rohmer se ha dedicado a retratar ha cambiado en veinte años, y el reto con el que me he encontrado es ser fiel a estas circunstancias contemporáneas sin perder esa esencia.
Por eso he querido confrontar la serenidad que me inspira Rohmer, y otros compañeros suyos de la nouvelle vague como Jean Eustache(director de "La maman et la putan") con la ebriedad nómada de un Jack Kerouac.
Por último, en esta historia de amor, he querido hacer un sincero homenaje a la música. A riesgo de sonar cursi, es la música, como catalizador para compartir emociones, la que rompe las barreras en esta extraña relación que viven Simón y Bérénice. Gracias a la música ellos pueden estar unos minutos en silencio y, sencillamente, compartir.
por Iván Morales (Texto y dirección de la obra ‘Sé de un lugar)
“Sé de un lugar” es, básicamente, una pequeña historia de amor sobre dos personas que se necesitan pero ni pueden ni quieren estar juntas.
Hay muchas obras sobre el mundo de la pareja, pero creo que hablar de la ex-pareja es pertinente, sobre todo en un momento sociológico en el que estamos cada vez más solos pero también nos necesitamos más que nunca(las ya conocidas relaciones líquidas de las que habla Zygmunt Baumann). Simón y Bérénice, como todos nosotros, no quieren renunciar a hacer su propio viaje personal, por mucho que eso les lleve a la soledad, pero tampoco quieren romper los vínculos más íntimos, no quieren dejar de amar. Este conflicto interno es el que vertebra el texto.
Por otro lado, también me gustaría que “Sé de un lugar” se pudiera leer como el enfrentamiento entre dos posturas diametralmente opuestas ante el desencanto. Simón y Béré son dos caras de la misma moneda, incluso podrían entenderse como la encarnación de un debate interno, las dos voces de un mismo conflicto.
Son dos jóvenes adultos lúcidos (aunque esta pudiera ser una lucidez intermitente) que se sienten profundamente decepcionados por el mundo que les rodea, y en consecuencia por ellos mismos. Ante este dolor, los dos toman decisiones antagónicas: Simón, ante la incapacidad de dominar el mundo de fuera decide crearse un refugio interior donde no puedan entrar esas decepciones exteriores. Bérénice, en cambio, busca respuestas tan lejos como le sea posible, viajando a países exóticos (y posiblemente encontrando más muros dentro suyo que fuera).
Este conflicto de contrastes entre introversión y extroversión tiene lugar en un espacio geográfico y generacional muy determinado, convirtiéndose así en un retrato social muy concreto. Los personajes de la pareja protagonista forman parte de la pequeña burguesía de una capital de provincias como es Barcelona. Su economía puede llegar a ser precaria, pero no creo que la clase social se defina tanto por el dinero que tienes en el banco como por tu cotidianeidad. Simón y Béré no sólo son perfectamente conscientes de esto, sino que además reniegan de esa herencia, como mínimo a nivel de discurso.
Como casi todo el mundo a día de hoy, sobreviven económicamente como pueden, pero sus costumbres y su manera de mirar el mundo está teñida de los valores de la clase privilegiada: Todos somos modernos, todos estamos conectados, todos estamos informados. Nuestros protagonistas son personas con inquietudes culturales y políticas pero no dejan de tener tiempo para ver telebasura (e incluso para comentarla). Conocen sus contradicciones y no las esconden. Sufren de mala conciencia primermundista pero tampoco saben de qué manera liberar su culpa y su confusión. Saben que no quieren formar parte del problema, pero tampoco tienen la confianza suficiente como para señalar la solución. Ya han cruzado la treintena y aún buscan su propia libertad, aún les cuesta desprenderse de sus condicionantes sociales y familiares y lanzarse a vivir su propia vida; tal vez por eso se sientan más cómodos en los márgenes sin arriesgarse a perder el confort que les otorga su posición social. Su crisis de identidad es la misma que sufre la clase media-baja del primer mundo, y lo peor es que lo saben perfectamente.
Me interesa mucho indagar en este grupo social porque formo parte de él, porque no lo encuentro reflejado con fidelidad en la escena teatral y porque creo que una gran parte del público de teatro forma parte de él.
El referente más claro con el que he jugado es el de Su capacidad de retratar personajes cotidianos e ir desplegando por medio de diálogos y más diálogos, ante nuestros ojos, como quien no quiere la cosa, sus contradicciones hasta terminar encontrando una épica minimalista(al fin y al cabo, la épica más común, y la más cercana a muchos de nosotros) me ha fascinado tanto como para querer explorar un terreno similar.
Pero la realidad doméstica del extracto social de los personajes que Rohmer se ha dedicado a retratar ha cambiado en veinte años, y el reto con el que me he encontrado es ser fiel a estas circunstancias contemporáneas sin perder esa esencia.
Por eso he querido confrontar la serenidad que me inspira Rohmer, y otros compañeros suyos de la nouvelle vague como Jean Eustache(director de "La maman et la putan") con la ebriedad nómada de un Jack Kerouac.
Por último, en esta historia de amor, he querido hacer un sincero homenaje a la música. A riesgo de sonar cursi, es la música, como catalizador para compartir emociones, la que rompe las barreras en esta extraña relación que viven Simón y Bérénice. Gracias a la música ellos pueden estar unos minutos en silencio y, sencillamente, compartir.
.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario