Radio San Sebastián: ACTOS DEL 31 DE AGOSTO
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ACTOS DEL 31 DE AGOSTO


Los actos que conmemoran el incendio de San Sebastián el 31 de agosto de 1813 comienzan hoy martes con actividades festivas como charangas o juegos infantiles. Mañana miércoles tendrá lugar el homenaje con entrega de diplomas, en esta ocasión, a los municipios de Pasaia, Errenteria, Oiartzun y Lezo por su implicación en aquellos hechos. Será en la zona de la Bretxa donde se represente la caída de las murallas para, más tarde, realizar un desfile por las calles de la Parte Vieja donostiarra hasta alcanzar nuevamente la plaza Zuloaga.

A las 21:00 h. se realizará el habitual apagón de luces y encendido de velas, interpretación del antiguo himno de San Sebastián en el pórtico de la iglesia de San Vicente, al que seguirá el desfile de txistularis y trompetas interpretando la marcha del 31 de agosto. A las 21:30 h. en el atrio de la iglesia de Santa María actuarán los coros de Santa Cecilia y Coral Gaztelupe y el Orfeón Txiki interpretando un repertorio compuesto por temas de Raimundo Sarriegi, Pablo Sorozabal, Manuel Sagasti o José Olaizola.


PARTICIPANTES

Sociedad Kainoieta, Sociedad Euskal Billera, Sociedad Ollagorra, Sociedad Aizepe, Cofradía Vasca de Gastronomía, Unión Artesana, Lurgorri Elkartea, Kresala, Casa de Álava, Herria Elkartea, Antiguoko, Sociedad Amaikak Bat, Casa de Galicia, La Espiga, Urgull Histórico, Banda Municipal de Txistularis.



ACONTECIMIENTOS PREVIOS

José Bonaparte, también llamado José I, nombrado soberano de España, entró en San Sebastián el 9 de junio de 1808 por la calle Narrica, donde recibió el rechazo de los ciudadanos permaneciendo todas las ventanas de la calle cerradas.

Mientras las tropas aliadas formadas por soldados ingleses y portugueses consiguieron que el ejército francés ser retirara, en San Sebastián, plaza militar, se mantuvieron 2.600 soldados bajo las órdenes del general Emmanuel Rey. Los aliados sitiaron la plaza dejando aislada la ciudad.

Las tropas francesas desalojaron de la ciudad a ciudadanos franceses que se habían establecido durante la ocupación e invitaron a la población nativa a evacuarla en previsión de la batalla que se avecinaba. Mientras tanto, estas mismas tropas toman el convento de San Bartolomé e incendian las casas que se encontraban en el exterior de las murallas.

El primer intento de tomar la plaza se produce el 25 de julio de 1913. Las tropas aliadas, bajo el mando de Sir Thomas Graham y con el Duque de Wellington como generalísimo, lanzan proyectiles contra las murallas consiguiendo abrir una amplia brecha (en la zona donde hoy se encuentra el mercado con ese nombre y por donde entraron las tropas francesas en 1719), aunque el intento de asalto es rechazado por el ejército francés, produciendo numerosas bajas en las tropas anglo-portuguesas.

A las dos de la madrugada del día 31 de agosto de 1813, y después de varios días de intenso bombardeo por parte de las tropas aliadas, se consigue abrir aún más la brecha y se inicia el asalto por una columna de voluntarios conocidos como “los desesperados. Cuando llegan a la parte alta de la brecha, se encuentran con la sorpresa de que están a cuatro metros de altura sobre el suelo del interior de la misma, lo que aprovechan las tropas francesas para acribillarlos.

Cuando se iba a producir la retirada, el incendio y estallido del polvorín francés, crea la confusión entre estas tropas y es aprovechado por los aliados, que obligan a los franceses a replegarse hacia el Castillo, donde capitularán el 8 de septiembre.

EL INCENDIO

Durante los siguientes días, en lugar del intento de asalto al Castillo, las tropas aliadas, enfurecidas contra una población que les recibió llena de gozo y con los brazos abiertos, se dedicaron a incendiar, saquear, violar y asesinar a la población de San Sebastián, llenando las casas de cadáveres. Las tropas, una vez se había hecho limpieza de las casas, iniciaron el incendio de la ciudad comenzando por la calle Mayor. Del incendio sólo se salvaron 35 casas situadas en una de las aceras de la calle Trinidad (la más próxima al Castillo), conocida hoy como la calle 31 de agosto (donde se encontraba un hospital y servían como cuarteles y alojamiento para los oficiales británicos y portugueses) y las dos iglesias, San Vicente y Santa María. La población de la ciudad, que hasta entonces contaba con unos 5.500 habitantes, se vio reducida aproximadamente a la mitad.

El Conde de Toreno escribió:

«Melancolízase y se estremece el ánimo sólo al recordar escena tan lamentable y trágica, y a que no dieron ocasión los desapercibidos y pacíficos habitantes, que alegres y alborozados salieron al encuentro de los que miraban como libertadores, recibiendo en recompensa amenazas, insultos y malos tratos. Anunciaban tales principios lo que tenían aquellos que esperar de los nuevos huéspedes».

«No tardaron en experimentarlo, comportándose en breve los aliados de San Sebastián como si fuese ciudad enemiga, que despiadado y ofendido conquistador condena a la destrucción y al pillaje. Robos, violencia, muertes, horrores sin cuento, sucediéndose con presteza y atropelladamente. Ni la ancianidad decrépita, ni la tierna infancia pudieron preservarse de la licencia y desenfreno de la soldadesca, que furiosa forzaba a las hijas en el regazo de las madres, a las madres en los brazos de los maridos, y a las mujeres todas por doquiera. ¿Qué deshonra y atrocidad! ».

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