ACONTECIMIENTOS PREVIOS AL INCENDIO
EL INCENDIO
Durante los siguientes días, en lugar del intento de asalto al Castillo, las tropas aliadas, enfurecidas contra una población que les recibió llena de gozo y con los brazos abiertos, se dedicaron a incendiar, saquear, violar y asesinar a la población de San Sebastián, llenando las casas de cadáveres. Las tropas, una vez se había hecho limpieza de las casas, iniciaron el incendio de la ciudad comenzando por la calle Mayor. Del incendio sólo se salvaron 35 casas situadas en una de las aceras de la calle Trinidad (la más próxima al Castillo), conocida hoy como la calle 31 de agosto (donde se encontraba un hospital y servían como cuarteles y alojamiento para los oficiales británicos y portugueses) y las dos iglesias, San Vicente y Santa María. La población de la ciudad, que hasta entonces contaba con unos 5.500 habitantes, se vio reducida aproximadamente a la mitad.
El Conde de Toreno escribió:
«Melancolízase y se estremece el ánimo sólo al recordar escena tan lamentable y trágica, y a que no dieron ocasión los desapercibidos y pacíficos habitantes, que alegres y alborozados salieron al encuentro de los que miraban como libertadores, recibiendo en recompensa amenazas, insultos y malos tratos. Anunciaban tales principios lo que tenían aquellos que esperar de los nuevos huéspedes».
«No tardaron en experimentarlo, comportándose en breve los aliados de San Sebastián como si fuese ciudad enemiga, que despiadado y ofendido conquistador condena a la destrucción y al pillaje. Robos, violencia, muertes, horrores sin cuento, sucediéndose con presteza y atropelladamente. Ni la ancianidad decrépita, ni la tierna infancia pudieron preservarse de la licencia y desenfreno de la soldadesca, que furiosa forzaba a las hijas en el regazo de las madres, a las madres en los brazos de los maridos, y a las mujeres todas por doquiera. ¿Qué deshonra y atrocidad!».
Los vecinos más representativos de la ciudad se reunieron los días 8 y 9 de septiembre en Zubieta y, tras muchas dudas, porque la ciudad estaba en ruinas, tomaron la decisión de reconstruir la cuidad.
José Bonaparte, también llamado José I, nombrado soberano de España, entró en San Sebastián el 9 de junio de 1808 por la calle Narrica, donde recibió el rechazo de los ciudadanos permaneciendo todas las ventanas de la calle cerradas.
Mientras las tropas aliadas formadas por soldados ingleses y portugueses consiguieron que el ejército francés ser retirara, en San Sebastián, plaza militar, se mantuvieron 2.600 soldados bajo las órdenes del general Emmanuel Rey. Los aliados sitiaron la plaza dejando aislada la ciudad.
Las tropas francesas desalojaron de la ciudad a ciudadanos franceses que se habían establecido durante la ocupación e invitaron a la población nativa a evacuarla en previsión de la batalla que se avecinaba. Mientras tanto, estas mismas tropas toman el convento de San Bartolomé e incendian las casas que se encontraban en el exterior de las murallas.
El primer intento de tomar la plaza se produce el 25 de julio de 1913. Las tropas aliadas, bajo el mando de Sir Thomas Graham y con el Duque de Wellington como generalísimo, lanzan proyectiles contra las murallas consiguiendo abrir una amplia brecha (en la zona donde hoy se encuentra el mercado con ese nombre y por donde entraron las tropas francesas en 1719), aunque el intento de asalto es rechazado por el ejército francés, produciendo numerosas bajas en las tropas anglo-portuguesas.
Las tropas francesas desalojaron de la ciudad a ciudadanos franceses que se habían establecido durante la ocupación e invitaron a la población nativa a evacuarla en previsión de la batalla que se avecinaba. Mientras tanto, estas mismas tropas toman el convento de San Bartolomé e incendian las casas que se encontraban en el exterior de las murallas.
El primer intento de tomar la plaza se produce el 25 de julio de 1913. Las tropas aliadas, bajo el mando de Sir Thomas Graham y con el Duque de Wellington como generalísimo, lanzan proyectiles contra las murallas consiguiendo abrir una amplia brecha (en la zona donde hoy se encuentra el mercado con ese nombre y por donde entraron las tropas francesas en 1719), aunque el intento de asalto es rechazado por el ejército francés, produciendo numerosas bajas en las tropas anglo-portuguesas.
A las dos de la madrugada del día 31 de agosto de 1813, y después de varios días de intenso bombardeo por parte de las tropas aliadas, se consigue abrir aún más la brecha y se inicia el asalto por una columna de voluntarios conocidos como “los desesperados”. Cuando llegan a la parte alta de la brecha, se encuentran con la sorpresa de que están a cuatro metros de altura sobre el suelo del interior de la misma, lo que aprovechan las tropas francesas para acribillarlos.
Cuando se iba a producir la retirada, el incendio y estallido del polvorín francés, crea la confusión entre estas tropas y es aprovechado por los aliados, que obligan a los franceses a replegarse hacia el Castillo, donde capitularán el 8 de septiembre.
Cuando se iba a producir la retirada, el incendio y estallido del polvorín francés, crea la confusión entre estas tropas y es aprovechado por los aliados, que obligan a los franceses a replegarse hacia el Castillo, donde capitularán el 8 de septiembre.
EL INCENDIO
Durante los siguientes días, en lugar del intento de asalto al Castillo, las tropas aliadas, enfurecidas contra una población que les recibió llena de gozo y con los brazos abiertos, se dedicaron a incendiar, saquear, violar y asesinar a la población de San Sebastián, llenando las casas de cadáveres. Las tropas, una vez se había hecho limpieza de las casas, iniciaron el incendio de la ciudad comenzando por la calle Mayor. Del incendio sólo se salvaron 35 casas situadas en una de las aceras de la calle Trinidad (la más próxima al Castillo), conocida hoy como la calle 31 de agosto (donde se encontraba un hospital y servían como cuarteles y alojamiento para los oficiales británicos y portugueses) y las dos iglesias, San Vicente y Santa María. La población de la ciudad, que hasta entonces contaba con unos 5.500 habitantes, se vio reducida aproximadamente a la mitad.
El Conde de Toreno escribió:
«Melancolízase y se estremece el ánimo sólo al recordar escena tan lamentable y trágica, y a que no dieron ocasión los desapercibidos y pacíficos habitantes, que alegres y alborozados salieron al encuentro de los que miraban como libertadores, recibiendo en recompensa amenazas, insultos y malos tratos. Anunciaban tales principios lo que tenían aquellos que esperar de los nuevos huéspedes».
«No tardaron en experimentarlo, comportándose en breve los aliados de San Sebastián como si fuese ciudad enemiga, que despiadado y ofendido conquistador condena a la destrucción y al pillaje. Robos, violencia, muertes, horrores sin cuento, sucediéndose con presteza y atropelladamente. Ni la ancianidad decrépita, ni la tierna infancia pudieron preservarse de la licencia y desenfreno de la soldadesca, que furiosa forzaba a las hijas en el regazo de las madres, a las madres en los brazos de los maridos, y a las mujeres todas por doquiera. ¿Qué deshonra y atrocidad!».
TRAS EL INCENDIO
Los vecinos más representativos de la ciudad se reunieron los días 8 y 9 de septiembre en Zubieta y, tras muchas dudas, porque la ciudad estaba en ruinas, tomaron la decisión de reconstruir la cuidad.
Fotografías:
Museo de San Telmo
Museo de San Telmo
No hay comentarios:
Publicar un comentario